domingo, 7 de noviembre de 2010

Marruecos y fin del viaje de arquitectura

¿Cómo se imaginan Marruecos?
¿Encantadores de cobras tocando la flauta en las plazas?
¿Bereberes de turbante caminando por el desierto con una fila de camellos detrás?
¿casas rojas sobre arena roja en zonas casi desérticas?
Pues así es exactamente como es, en lo poco (muy poco) que llegamos a conocer, un lugar alucinante dicho de otra forma. La verdad es que Marruecos es mucho más que eso, pero en nuestra estadía de 4 días eso fue lo que más nos atrajo. Pasamos dos días en Marrakech y dos días en una excursión al desierto (un día de ida, uno de vuelta y una noche allí, donde pudimos disfrutar de un cielo alucinante de luna nueva, lleno de estrellas y un amanecer no menos interesante).
En Marrakech lo más llamativo es el mercado, donde desempolvamos nuestras ya casi olvidadas técnica de regateo, y la plaza principal, donde cada noche se reunen miles de personas a comer en los puestos callejeros, ver bandas de música y otros varios artistas que ven en los turistas la posibilidad de recibir alguna moneda.
Luego de Marruecos volvimos a España, en particular a San Sebastián (o Donostia según los locales) donde me despedí finalmente de mi camioneta y por supuesto, sus integrantes. Fue una despedida un poco dolorosa, ya que me separo no solo de las personas con las que compartí tantos meses tan importantes en mi vida y en particular de Mariana, que sigue viaje para Montevideo, sino que me despedí también del viaje como lo vine viviendo hasta este momento.
Ahora me estoy quedando en lo de un gran amigo en Navarra, donde me quedaré algunos días mientras defino qué es exactamente lo que voy a hacer hasta el 30 de diciembre, fecha en la cual estaré llegando a Montevideo.
En fin, aunque el viaje de arquitectura haya llegado a su fin para mí, mi viaje continúa, así que seguiré escribiendo en este espacio, ya les contaré como siguen las cosas.
Besos y Abrazos, con mayúscula.

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